Todo lo que haces, todo lo que eres, todo lo que posees, pierde su verdadero valor si no está basado en el amor.
Mi amada hija, quiero recordarte algo fundamental:
todo lo que haces, todo lo que eres, todo lo que posees, pierde su verdadero valor si no está basado en el amor. Puedes tener todos los talentos y dones, hablar con sabiduría, ser respetado por muchos, pero si no tienes amor, nada de eso tiene sentido. El amor es el cimiento de todo lo que Yo soy, porque Yo mismo soy amor.
Quiero que entiendas que el amor del que te hablo no es superficial ni momentáneo. Es un amor que soporta, que se entrega y que busca el bienestar del otro. No se enorgullece ni busca su propio interés. Este amor es paciente, incluso cuando todo parece desmoronarse. Es bondadoso, aun cuando la vida te trate con dureza.
Sé que a veces te enfrentas con personas y situaciones que te desafían. El resentimiento y el orgullo quieren ganar terreno, pero Yo te llamo a amar incluso a los que te hacen daño. El verdadero amor no guarda rencor, no se alegra de la injusticia, sino que celebra la verdad. Ese es el amor que deseo que vivas, un amor que lo cubre todo, que todo lo cree, que todo lo espera, y que todo lo soporta.
Recuerda que el amor nunca deja de ser. Las profecías, los conocimientos y las palabras pasarán, pero el amor permanecerá eternamente. Quiero que vivas esta verdad en tu vida, porque es lo que marca la diferencia. No importa cuánto logres en la vida, lo que quedará para siempre es cómo amaste. Porque en el final, lo que realmente importa es la fe, la esperanza y el amor; y de los tres, el mayor es el amor.
Confía en Mí, porque Yo te amo más allá de lo que puedes imaginar, y Mi amor es el que te transformará y te guiará en cada paso que des.
Tu Dios que te ama
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